Aterricé en la psicología para entender el porqué de las cosas, de las relaciones, de la vida en general. Buscaba sin saberlo un modo de estar en el mundo con menos parloteo mental y más tranquilidad. La exigencia, la queja y el análisis me habían acompañado durante mi adolescencia y juventud. Con mi cuerpo no teníamos buen rollo.

En la psicología convencional encontré fascinantes referentes, sobre todo en psicoanálisis, primatología y neuropsicología. Pero algo en mí buscaba una psicología más mamífera, más natural, con menos cables y laboratorios...más elemental. Al fin y al cabo solo somos personas. Saliendo de la facultad me topé con la PNL y el coaching, pero yo buscaba expresarme, demonios. Conocer y expresar con calma aquellas cosas que me ocurrían. Deseaba vaciarme en lugar de seguir llenándome de conocimiento.

Algo así encontré en la meditación, el dibujo y la escritura, a partir del año 2015. El hecho de estar con lo que ocurre sin hacer nada, y dar rienda suelta a mi cuerpo me mostró que existen abordajes orgánicos, y quise saber más. Un trastorno alimentario me condujo a la terapia Gestalt, encontrando por fin una filosofía que incluía y escuchaba al cuerpo. Tras formarme como terapeuta y más tarde como consteladora familiar, sigo aprendiendo que somos pedazos y a la vez somos el todo: sistemas interconectados, cada uno con su función al servicio de algo más grande.

Sigo recordándome que hay una alternativa a mi empuje habitual: si permanezco con lo que soy, con lo que se muestra aquí y ahora sin cambiar nada, pasan cosas. Si acompaño el ahora, en lugar de empujarlo o luchar, me muevo en una dirección sana, inteligente y creativa. Partes de mí que estaban dormidas despiertan si me abro a lo desconocido. Estar en terapia es ser acompañados en ese proceso.

La escritura y el dibujo han sido dos verdaderos tesoros estos últimos diez años. Escribir ordena mis ideas, las encauza, y me permite usar el pensamiento de un modo que me conecta, en lugar de evadirme. Dibujar conecta a mi ojo con mi mano, descansando a mi mente miedosa de una posible catástrofe. Nada bueno ocurre si estoy forzando o evitando un resultado.

De la Gestalt aprendo que hay algo llamado necesidades y que, si no son escuchadas y atendidas, nos tensamos o compensamos de algún modo creando rigidez. Cuando soy creativa no es cuando obtengo un resultado, sino cuando escucho y permito. Cuando exploro y me atrevo. Para ser creativa he de dejarme estar un poco loca.

Sin error no hay acierto. Esa misma filosofía es la que me acompaña también en la docencia, la terapia y los proyectos. Puedo ver mi miedo y mi control y, cuanto más los veo, menos interfieren. Más puedo pasearme tranquila por lo nuevo y lo desconocido, acompañada o no de otras personas.

«La felicidad es el sentimiento de que no se me pide nada, y de que yo no me pido nada a mí misma. Eso no significa que no haga nada.» Barry Stevens

Psicóloga colegiada nº 43736. Licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona. Terapeuta Gestalt y Consteladora Familiar por Espailúdic, Escola Gestalt de Catalunya. Miembro adherente a la Asociación Española de Terapia Gestalt. Practitioner en PNL. Postgrado en Arte y Acción Social por Escola Massana. Máster en Diseño Gráfico e Ilustración Aplicada por Idep Barcelona

CV:

Soy Bea.