Aterricé en la psicología buscando entender el porqué de las cosas, de las relaciones y de la vida en general. Buscaba, sin ser consciente, un modo de vivir con menos miedo y menos lucha interna. La exigencia, el enfado y el modesto control de mis emociones formaban mi ecosistema psíquico. Con mi cuerpo no teníamos buen rollo.

En la facultad de Psicología encontré teorías y enfoques fascinantes, como el psicoanálisis, la primatología o la neuropsicología. Algo en mí, sin embargo, seguía buscando una psicología más creativa, trascendente y  orgánica, con menos construcciones... algo más fácil. Descubrí la PNL y el coaching, enfoques centrados en la persona, ¡pero yo quería expresarme, demonios! Expresar y desentramar con calma aquellas cosas que me ocurrían. Deseaba vaciarme en lugar de seguir llenándome de palabras.

Vi que cuanto menos sé, a menudo, mejor, a través de la meditación, el dibujo y la escritura. El hecho de estar con lo que ocurre sin hacer nada, y dar rienda suelta a mi cuerpo me mostró que mi organismo sabe más que yo. Vi que era posible ser, sin hacer, cuando conocí la terapia Gestalt, encontrando por fin una filosofía y un método que incluía y escuchaba al cuerpo. Me formé primero como gestaltista y más tarde como consteladora familiar. Me sigue asombrando el trabajo de descubrir nuestros pedazos: sistemas vivos, cada uno con una función al servicio de algo más grande.

Sigo recordándome que hay una alternativa al empuje: si permanezco con lo que soy, con lo que se muestra aquí y ahora sin cambiar nada, pasan cosas. Si acompaño el ahora, en lugar de empujarlo o luchar, me muevo en una dirección sana, inteligente y creativa. Partes de mí que estaban dormidas despiertan si me abro a lo desconocido. En terapia vamos acompañados por ese camino.

La creatividad sigue siendo un misterio para mí, y respeto que así sea. Nada bueno ocurre si estoy forzando o evitando un resultado, o si trato de experimentar algo solo desde la cabeza. Si, en cambio, me abro a lo que existe en este momento, algo en mí se mueve por sí solo. Sin lucha ni esfuerzo.

«La felicidad es el sentimiento de que no se me pide nada, y de que yo no me pido nada a mí misma. Eso no significa que no haga nada.» Barry Stevens

Psicóloga colegiada nº 43736. Licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona. Terapeuta Gestalt y Consteladora Familiar por Espailúdic, Escola Gestalt de Catalunya. Miembro adherente a la Asociación Española de Terapia Gestalt. Practitioner en PNL. Postgrado en Arte y Acción Social por Escola Massana. Máster en Diseño Gráfico e Ilustración Aplicada por Idep Barcelona.

Soy psicóloga humanista, terapeuta Gestalt y consteladora familiar. Interesada en lo sabio y lo creativo; lo expresivo y lo experimental. Imparto talleres y acompaño procesos de terapia y autodescubrimiento. Investigo las intersecciones entre psicoterapia y creatividad a través de la escritura, el dibujo y la fenomenología.